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Dandole a la Lengua

Guarismos Lingüísticos.

     

          Según el DRAE, guarismo es un vocablo que designa a signos o cifras que indican cantidad. En nuestra lengua cotidiana y en todo el territorio nacional usamos también ese vocablo, pero adaptado a nuestra circunstancia y contexto. Para significar una gran cantidad de lo que sea decimos un pocotote, una carretada, un montonón. También tenemos la costumbre de “adaptar” un vocablo para que signifique lo que deseamos, pero sin que importe mucho su grafía. Así construimos barrabasadas como esta, por escrito y en documentos oficiales: el consejo entra en cesión.

     Una vez más: pele por el diccionario, nada cuesta. Otra gracia muy común en el oriente venezolano es el uso y abuso del paragoge, que no es otra cosa que la adición de un sonido o sílaba al final de un verbo o conjunción y pecamos nuevamente por escrito: dormistes, reistes, hablastes; asina o ansina y pare usted de contar. Otro fenómeno común en las redacciones de los estudiantes en educación media, es no conservar el tiempo y el modo en una oración con dos clausulas verbales, por lo que se crean estos “horrores de expresión”: el sedució (por sedujo) a la dama y la condujo a su casa. Mejor no digo más. Otro aspecto negativo: la fosilización del vocabulario y la negativa a aceptar expresiones coloquiales presentes en el diccionario.

     Tal es el caso de vaca (el mamífero cuadrúpedo) vs baca (parrilla de carga de techo del vehículo) y pollo (el ave de corral) vs poyo (el quicio de una ventana colonial o, el asiento de piedra adosado bajo esta y contra la pared). Esos términos existen, tienen bajo índice de uso, pero son tan criollos como la chicha andina o el sancocho de pescado. Si no me creen, pregúntenle a Cortázar.

Autor: M. Sc. Jesús Navas Bruzual
Lingüista & Traductor

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