En medio de los tiempos difíciles que enfrentamos, escuchamos una
infinidad de bolas (rumores) que en ocasiones lo que hacen es empastelar
(confundir) el escenario. Pero la bola sigue rodando, pues le damos a ese
término diversas connotaciones. Si algo o alguien no nos cae bien, le echamos
bola negra (lo rechazamos). Si nos proponen hacer algo que nos atrae, entonces,
le echamos bola al asunto (esto es, lo hacemos).
Si la cosa sale bien y es del
gusto de todos, entonces decimos ¡de a bola que lo hicimos nosotros! (¿Quién
más?) y si estamos urgidos de resolver un trámite que toma mucho tiempo,
entonces halamos bola (adulamos) al sujeto de turno, quien a menos que le
engrasemos la mano, no nos parará bolas (no nos atenderá) y entonces no se dará
la bolada (esto es, el negocio que nos interesa), aunque nunca falta algún boludo
(atrevido, audaz) que piense lo opuesto, porque los bolsiclones (tontos)
siempre sobran.
Autor: M. Sc. Jesús Navas Bruzual
Lingüista
& Traductor
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